Con el bolsillo ocurre lo mismo que con nuestra salud. Si no sentimos dolor o molestia, no acudimos al médico. No tenemos una cultura de prevención; sin embargo, los chequeos periódicos resultan importantes para detectar a tiempo posibles problemas de salud que, de acentuarse, podrían convertirse en un verdadero riesgo a mediano y largo plazo. Actuamos cuando los síntomas de la enfermedad evidencian un estado avanzado y remediarla es ya imposible o, en el mejor de los casos, nos deja secuelas permanentes de larga, costosa y dolorosa recuperación.
Ese estado de shock al que se llega en la salud física es similar al que muchos sentimos en nuestras finanzas personales si no aplicamos filtros de sanidad periódicos al manejo de nuestras cuentas. Una situación económica enferma se agrava cuando tenemos pequeños indicios que, lejos de atender, ignoramos.
En el caso de nuestras finanzas, existen análisis o filtros que se deben aplicar para asegurar que son sanas, como por ejemplo:
La capacidad de generar liquidez:
Tener unas finanzas personales sanas es que los ingresos deben ser igual a los gastos, no es suficiente con cumplirlo para afirmar que gozamos de plena salud. Si nuestros ingresos son iguales a nuestros gastos (mes a mes) y llegamos a la quincena sin un quetzal en la bolsa, no estamos manejando adecuadamente nuestras finanzas.
1. Reduce los gastos hormiga.
Realmente no nos imaginamos el “Golpe” que puede generar a nuestro presupuesto gastar con gran facilidad, utilizar monedas en propinas y realizar gastos que consideramos menores.
3. Ve al mercado después de haber comido. Ir a comprar al mercado con hambre puede significar que tus compras se incrementen sustancialmente porque todo se antoja.
Para controlar estas acciones lo recomendable es realizar un presupuesto en el que anotemos nuestros ingresos (sueldo, intereses de inversiones financieras, ganancias de negocio propio, etcétera) y nuestros gastos, incluyendo los más insignificantes.
Un consejo importante: Si no cuentas con un flujo de efectivo suficiente para construir un patrimonio (ahorro, inversiones, compra de activos como los bienes raíces y otros) aplica un plan permanente de reducción de gastos, sin que ello implique sacrificar tu estilo de vida. Por ejemplo, si todos los días comes en restaurantes, baja la frecuencia a dos veces a la semana y el resto lleva comida preparada en casa. El objetivo es que tengas liquidez para emprender proyectos patrimoniales. Solo así podrás ahorrar, invertir y construir un patrimonio.
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